La sorpresa tal vez sea la más tentadora y más difícil de
las herramientas del contador de historias y del guionista; porque si no viene
cargada de semillas, que de alguna manera dan pistas sobre lo por venir, le
abren huecos por donde le entra agua, como en las barcazas, que pueden
hundirla; el lector o espectador comprende que esa historia no esta hecha para
ser contada o vista por segunda vez, descubre el artificio. El espectador desea un narrador, no un mago que saca palomas de su sombrero.
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