Sobre la sencillez
Debo confesar que amo las cosas, la
gente, las obras simples, las cosas sencillas, desprovistas de toda vanidad, de
toda pretensión, sin vueltas, sin rollos; las cosas simples que te miran a los
ojos.
Pero eso no significa que estén exentas
de complejidad, sino significa que todos sus elementos están donde deben estar,
sin desequilibrios, un orden muy suyo, propio; un orden al que podemos llamar
belleza.
Cosas simples y sencillas que poseen una
contundencia, porque todo lo que tienen es esencial, su materia es su esencia.
Ahora la pregunta es: ¿cómo hacer obras
que sean sentidas como simples y sencillas? ¿qué sean sentidas sustanciales?
Paradójicamente para eso es necesario de
alguna manera mirar, conocer, entender o interpretar la complejidad. (tal vez
ahí sea mas útil la intuición como una particular forma de conocimiento
totalizador) y para eso como no podemos recurrir a los diagramas de Venn, ni
los fractales, podemos recurrir a modelos con dos ejes, sin desconocer ni renunciar
a
los grises y a los matices, solo para hacerme entender. Así podemos decir que
el arte también puede verse en dos ejes, uno el de la poesía y el otro el de la
narración. Y ahí cabría preguntarse que tiene cada uno de ellos, (preguntarse
siempre, porque la curiosidad es la madre de todas las sabidurías) ¿qué tiene
la poesía como esencial y que la narración? Y después de caminar de alguna
manera por cada una de esas orillas, puedo decir que la poesía guarda y atesora
misterio. Un misterio que alimenta la fiera particular que cada uno tiene
dentro; en cambio las historias, las buenas historias, no tienen misterio, so
que guardan y atesoran un secreto. Por eso es que hay historias que atraviesan
fronteras de espacio, de tiempo y de culturas; y crecen y tienen vida propia y
por eso hay historias que no lo consiguen y están destinadas al olvido. Por eso
creo que solo debemos trabajar en historias que valgan la pena ser contadas; y
si de inicio ya conocemos el secreto que guarda la historia, estaremos
trabajando con una historia muerta, a la que tenemos que rellenar con
complejidades falsas.
Por eso creo si somos fieles a las
historias, cada historia requiere una manera particular de ser contada, una
manera particular de ser filmada, de ser escrita. Como decía el maestro confiar
en la fecundidad de la niebla, embarcarnos en un viaje que no sabemos el final,
y que tranquila y fácilmente puede terminar mal.
Después de pasar trabajando horas, días y
meses en nuestra historia podemos caer en cuenta de que nuestra historia encierra
un secreto intrascendente o banal o que sencillamente no queremos compartir. Y
tocara empezar de nuevo.
Por eso es importante saber eso,
reconocer nuestros fracasos. Por eso es importante ser fieles a nosotros
mismos, ser honestos con nosotros mismos, sembrar humildad, apostar por la
sencillez.
Saber que uno quiere con la obra que
tenemos entre las manos.
Aspirar a la excelencia, que es el camino
sembrado de fuertes apuestas y errores y no contentarse con la corrección, que
muchas veces es el camino aslfaltado, que la mas de las veces, termina en la
mediocridad; que apenas alcanza a alimentar alguna vanidad y pretensión. Cuando
hablo de corrección, hablo de corrección política, narrativa, cinematográfica,
técnica.
Porque creo que e artista es un ciudadano
común como cualquier otro, pero su arte debe ser rebelde, capaz de subvertir,
ineterpelador, cuestionador; de lo contrario el artista se está condenando a
ser bufón.
Por eso creo que en nuestra sociedad, el
compromiso del artista es con la excelencia.