lunes, noviembre 4

MIke Rich

 

                                                      Salinger


"Escribe con el pulso y el corazón,

corrige con la cabeza"


Escribe el guionista Mike Rich en su libre retrato de Salinger en "buscando a Forrester" de Gus Van Sant



jueves, octubre 3

Charles Baudelaire

 consejo del poeta:




 "Aquel que mira desde afuera a través de una ventana abierta, nunca ve tantas cosas como el que mira una ventana cerrada"

miércoles, junio 12

Un podcast

 

Holas Q'lo


https://podcasters.spotify.com/pod/show/horas-qlo/episodes/HORAS-QLO2-presentando-a-los-orculos-e2kksn0/a-abbdcje



martes, marzo 12

sobre dìas perfectos

sobre "Días Perfectos" 
Los fracasos de una sociedad en la política y en la historia dejan al igual que sus deudas nacionales, huellas en las futuras generaciones; le sucedió a la cultura alemana, que después de la guerra mundial, no solo que se dividió, sino que les tomó mucho tiempo y sacrificio poder volver a mirarse en el espejo.   
Antes del nazismo el cine alemán era uno de los más vigorosos del mundo y conjugaba muy bien la fórmula entre calidad y popularidad, pero los mejores se fueron a Estados Unidos, y lo que quedó se asimiló a un cine de propaganda y al servicio de los políticos, después de la guerra los estudios se quedaron del lado socialista y mantuvieron ese carácter dependiente, al otro lado del muro se hacía un cine de escombros. Y creció un cine experimental y salvando algunas excepciones como El tambor de hojalata (1979) de Volker Schlöndorff o las obras de Rainer Werner Fassbinder, el cine no tocaban las heridas se mantenía abiertas y para salir del pesimismo se hacía un cine sobre todo con los ojos puestos lejos, los cineastas viajaban: desde Leni Riefenstahl, por razones obvias, se fue a fotografías al África; pasando por Herzog (Fitzcarraldo (1982) y Aguirre: la ira de Dios (1972), hechas en Perú; Peter Lilientahl con La insurrección (1980) en Nicaragua y Estimado señor maravilla (1982) en Estados Unidos; Carole Link, En un lugar en el África (2001) en Kenia; y Wim Wenders (además de sus películas americanas) filmó Tokio Ga en Japón (1985) y Buena vista social Club (1999) en Cuba.
Eran cineastas huérfanos de pasado y no tenían culturalmente con quién cometer parricidio, Herzog declaro que: “ellos crecieron sin tener padres de los que podían aprender”; eran cineastas que no tenían público, Wim Wenders contestó en una entrevista: “No había público para nuestras películas, Alemania había perdido completamente la confianza en sus propias historias, lo que es muy comprensible después del fracaso de la Historia”.
Wenders en su filmografía siempre fue un viajante (“Para mi Alemania nunca fue un espacio, nunca lo fue”) y como sugirió Quintín, en la revista El Amante/Cine del siglo pasado, viajó hacia el optimismo, optimismo que empezó con Paris, Texas y que coincidió con su éxito de taquilla, y en ese itinerario resulta hasta natural que culmine con Días perfectos y tenga ese aire tan agradecido con la vida. (“Me da mucho placer conformarme con utopías positivas, aunque sean atrozmente simples y conmovedoras”).
Pero a diferencia del Travis de Paris, Texas, que era un personaje enigmático del que al final se nos desvela su historia de amor y su pasado, Hirayama de Días perfectos es un personaje muy claro, transparente; del que sabemos todo lo que hace, todo lo que lo motiva, incluso sabemos qué cosas sueña y cómo son sus sueños con su relación con el contraluz y las sombras. Junichiro Tanizaki reflexionaba sobre las particularidades del cine japonés: “que difiere tanto del americano como del francés o del alemán por los juegos de sombra, por el valor de los contrastes”. Pero a diferencia de Travis ahora no sabemos nada de su pasado, apenas tenemos algunas pistas de su peso por algunas pistas a través de su sobrina y de su hermana.
El héroe o el protagonista, en la tradición de occidente, se enfrenta a los dioses, o a su destino, o al sistema o finalmente a sí mismo, tiene dones y capacidades únicas y particulares que lo presentan más fuerte que el espectador, pertenece a la cima social de su sociedad, y cómo enfrenta esas dificultados y su rebeldía y nos causan empatía, que nos deberían conducir a la catarsis; en cambio Hirayama tiene una actitud de conformidad y gratitud con su condición  (“siempre libre de deseos, uno puede ver el misterio/siempre deseando uno ve las manifestaciones” Lao Tzu) y lo que vemos ante nuestros ojos es cómo el personaje empatiza con cada una de las personas y algunas cosas con las que interactúa, incluso logra empatizar mediante el papel con un personaje que nunca conoce.
Al principio el espectador en casi todas las películas espera que una vez presentado el mundo del personaje suceda algo que cambie el rumbo de su vida, que lo obligue a actuar para restablecer un nuevo equilibrio; en cambio en Días perfectos asistimos a pequeñas anécdotas que no cambian nada a Hirayama, sino que lo afirman y le permiten ejercer su bondad. Asistimos como disfruta las cosas que la vida ofrece, cosas que están al alcance de cada uno de nosotros, como el cielo, la música, los amigos y el ponerse en los zapatos del otro.
Pero la calidad de la propuesta no está en las cosas que dice, sino sobre todo en la forma cinematográfica en que están dichas y ordenadas las cosas, porque todo que dice la película, sino estuvieran dichas de la manera en que las dice Wenders, podría caber en un manual de autoayuda, con referencias a la sabiduría oriental. 

Alfred Jarry


 "El verdadero estudio de la realidad no reside en las leyes, sino en las excepciones"

Lo dijo Alfred Jarry citado en un libro de Julio Cortázar, que esta en un articulo de EL PAIS, por Mario Benedetti

miércoles, febrero 21

John Vorhaus


 

Yo imagino la voluntad de arriesgarse como una herramienta de trabajo


lunes, febrero 12

autoreferecnias




200    Es bueno no olvidar que se siempre se copia y sería bueno poder elegir a tus maestros y no olvidar tampoco que es de muy mal gusto además de arrogante  copiarse a si mismo.

lunes, marzo 27

Oscar Soria

 



"Un guion es una historia compleja, para fines técnicos presentada de manera simplificada"


"El guionista junto a sus sensibilidad estética, debe tener convicciones éticas firmes y ser consecuente con ellas, cueste lo que cueste"


Oscar Soria Gamarra, su aporte al cine y la literatura, Álvado Díez Astete

viernes, noviembre 25

viernes, noviembre 11

jueves, septiembre 22

Cristina Cerrada

 El arte del cuento es de lo no dicho, de lo omitido, el agujero de Donut

Cristina Cerraada




Escritora nacida en madrid en 1970.





jueves, mayo 5

José Luis Alonso Santos II


 



"Cuando escribo una obra busco lo que hay entre la vida y yo, lo que hay entre los personajes y yo"


José Luis Alonso Santos

miércoles, abril 27

José Luis Alonso de Santos

 

El teatro puede ser referencia sobre la existencia, grito frente al muro o jardin del espíritu, y cuando es jardin del espíritu se va a la comedia, la comedia tiene algo de medicina del alma

Jose luis Alonso de Santos

viernes, enero 21

la intenciones al de escribir



el momento de escribir un guión no trates de hacer piezas de un engranaje de relojería, intenta hacer una alfombra mágica


miércoles, julio 7

CINE DE INDUSTRIA EN LA ERA DEL VACÍO


articulo publicado en A Ssala Llena

https://www.asalallena.com.ar/dossier-2/cine-industria-la-del-vacio-marcos-loayza/


Mi espejo, más profundo que el orbe
donde todos los cisnes se ahogaron. 

Vicente Huidobro

Estoy de acuerdo con los que escriben que estamos viviendo en la era del vacío, caracterizada por un individualismo narcisista; donde, de alguna manera, las redes sociales constituyen el agua en la que se refleja y se miran los Narcisos contemporáneos. Aguas que incitan a que se comparta por las redes todo de una manera exhibicionista; que se compartan los viajes que hacemos, la música que escuchamos, lo que leemos, lo que comemos, lo que sentimos y aparentemente cuán felices somos y, sobre todo, cómo luce nuestro cuerpo y nuestra belleza. Pero como esa práctica conlleva —al igual que en el mito— el peligro de quedar inmovilizados al contemplar el propio reflejo o caer en esas aguas y ahogarnos, para poder ejercer ese juego exhibicionista, sin peligro, es necesario que se refuerce mucho la aceptación social y, sobre todo, que cada individuo sienta el placer de estar y de pertenecer a un grupo con una posición de superioridad estética, física, moral o de conocimiento. 

Para lo estético y físico se han creado un montón de trucos, filtros, aplicaciones, donde casi se ha desterrado la exclusión y la fealdad.

Para la superioridad moral es que se usa el mismo mecanismo que sostenía las acciones de los soldados fanáticos en las guerras santas, el mismo que sustentó el dogma de militantes políticos del siglo XX; que consiste en poner a los compañeros por encima del enemigo para justificar sus acciones: “si nosotros matamos, es para liberar, por amor estamos matando; en cambio, si ustedes lo hacen, es porque son viles asesinos”.  Pero como está el mundo ahora, cuando se han caído muchos muros reales y virtuales, ya no es posible, como antes, estar enteramente y certeramente en el bando correcto de la historia, sino que solo es posible estar en pequeñas parcelas “progresistas” y dejar pasar las barbaridades de nuestros aliados: apoyar la lucha contra el calentamiento global, la lucha contra el racismo, contra la discriminación de las minorías con sexualidades no binarias, apoyar la inclusión de gente con capacidades diferentes, el consumo de alimentos naturales, vegetarianos y mejor veganos o criticar a los ultra derechistas y a los ultra izquierdistas. 

Pero, para que uno pueda ejercer ese juego casi exhibicionista sin correr el peligro de quedar atrapado en el propio reflejo, o caer al agua y ahogarse, es que los hechos a los que uno condena o se adhiere tienen que estar lejos del narcisista, para que no le salpiquen (salvo, claro, que sean actos que le permita mostrarse como héroe, limpiando la ciudad, asistiendo a actos de caridad, portando una polera de un revolucionario o un pañuelo con los colores de la causa justa en el cuello, firmando una petición o compartiendo un meme justiciero). Así, a una prudente distancia, es mas fácil la actividad preferida del narcisista: juzgar y descalificar.

En la producción audiovisual de la gran industria (blockbuster), el trabajo consiste en tratar de interpretar lo que secretamente el publico está buscando. Podemos encontrar tres tipos de películas que ayudan a esta tarea y que tienen respaldo de taquilla, critica y premios. Las de superhéroes, las que juzgan y son revisionistas y las que imitan la empatía.

  • La liga de la justicia.

Los súper héroes (Wolverine, Batman, Spiderman, Iron Man, X Men, Hulk, DeadPool, Mujer Maravilla, Capitán América, Thor, Pantera Negra, entre otros, que al final, más que un universo, son como las figuritas que coleccionan los niños) luchan contra enemigos probadamente viles, ya no están de un lado de la guerra fría, representan al mal globalizado. Ahora defienden el orden del universo. Luchan por causas políticamente correctas. Ahora tal vez no importe tanto las peripecias del combate, sino, más bien, conocer los detalles de la vida del héroe y del villano. Precisamente el mito habla de un Narciso adolescente y según uno de sus destacados guionistas, Mark Waid: “los superhéroes se crearon como una fantasía de poder adolescente… con amenazas híper dramáticas, sin sutilezas”. Para entender la fascinación que ejerce este tipo de films en la era del vacío, cabría apuntar algunas cuestiones sobre este género; una es: ¿por qué hacen lo que hacen? En una de las películas, uno de ellos contesta: “porque es obligatorio”, y ahí cabe la siguiente cuestión: todos estos personajes no se debaten entre el bien y el mal, aunque lo aparenten; persiguen la justicia, no el bien, son justicieros, son la liga de la justicia, porque si se debatieran entre el bien y el mal, posiblemente, como sucedió con los personajes del cine negro, caerían en la cuenta de que lo que está mal es la justicia y entrarían en la duda o la tentación de cambiarla y terminarían convirtiéndose en subversores. Pero ese camino es impensable porque “Ellos” hacen que se cumpla la ley, pero, además, no son la ley, y, paradójicamente, ni uno solo forma parte de fuerzas oficiales o estatales, son casi paramilitares. A esto se suma el sentimiento tan propiamente narcisista de sentirse único y especial; se mueven en atmósferas grandilocuentes, llenas de maravillas y espectacularidad.

  • Ser jueces lejanos.

En general, las películas de época no se hacen como reconstrucciones, ni lecciones de historia, sino que los autores y sus sociedades las hacen para poder entender su propio presente o para exorcizar sus fantasmas. Tal vez, los ejemplos emblemáticos sean las obras bélicas sobre la guerra de Korea, que en realidad hablaban del conflicto de Vietnam; las películas históricas hablan mas del tiempo en que fueron hechas que del tiempo que retratan. Pero, como corresponde al comportamiento típico narcisista de juzgar a los otros para no tener que preocuparse de mirar la viga en el propio ojo, ahora se filman trabajos que cuentan historias para mostrar cuán malo era su racismo, machismo, homofobia, explotación, acoso en el pasado. Es decir, se garantiza una buena causa políticamente correcta que pueda hasta ganar el Óscar, pero no se toca ni mella el actual estado de cosas, sino se juzga el pasado (Green BookThe United States vs. Billie HollidayUncle Frank); y, con la crítica, el espectador narciso se pone por encima de los personajes o estos le despiertan compasión. Pero, aún hay algunos que son más fundamentalistas, y no contentos con el juicio, piden la condena, la punición; y, como ya no se puede revivir al condenado para volver a matarlo, van y pintarrajean sus estatuas (como, por ejemplo, las de Cristóbal Colón o la de Santa Isabel) o deciden cancelar o censurar  (como a Pepe Le Pew o Speedy Gonzales), como lucidamente dijo Jonathan Rauch “La cancelación busca castigar en lugar de corregir”.

  • La falsa empatía.

Los Narcisistas se caracterizan por su escasa o casi nula empatía, pero para poder sobrevivir simulan que la tienen, que es el principio de la manipulación. Entonces, por ejemplo, como prueba de que no tienen aversión a los homosexuales suelen decir: “uno de mis mejores amigos es gay”; o, para decir que no son racistas: “yo tuve una pareja que era afrodescendiente”. Es decir, te cuentan un hecho que los exime de cualquier culpa; el cine de industria nos ofrece ese mismo mecanismo. Nos dan la posibilidad de entrar y conocer la intimidad de los grandes villanos. Los villanos dejan de ser solo antagonistas y toda la película gira exclusivamente alrededor de ellos (Hannibal, Cruella, Joker, Harley Quinn, Maléfica). En esas historias accedemos a sus hogares, sentimientos y traumas, al origen de sus males y desequilibrios, conocemos su lado mas humano, los caminos por los que se apartaron de la justicia, y vemos cómo ellos, al igual que nosotros y como todos, piensan y dicen estar en el lado correcto de la justicia. Según Oswaldo Osorio: “El resultado son historias y personaje esquemáticos y ambiguos, aunque suene contradictorio” . Detrás de toda una parafernalia de cine y espectáculo, que siempre se agradece, se cumple con el fin de darle tranquilidad al Narciso. Porque él, en el fondo de su ser, sabe que no puede competir con personas que tienen empatía, que son la mayoría de las personas, en cambio sí sale victorioso con personajes que son muy especiales y particulares, que tienen perturbaciones más severas que las propias.

Estos son solo son apuntes transitorios para poder hilar y tratar de comprender estos tiempos cargados de acciones tan similares a esas otras, las más condenables del siglo pasado.

© Marcos Loayza, 2021 | @marcosloayza

Permitida su reproducción total o parcial, citando la fuente.

miércoles, junio 9

Itinerario del fracaso , Porque mi primera película fue una comedia.

Artículo revista Qhana 
Itinerario del fracaso 
Porque mi primera película fue una comedia. 






Quién puede convencer al mar Para que sea razonable? 

Pablo Neruda, el libro de las preguntas 


 No soy mucho de hablar de mi mismo. Pero puedo hacer un intento por explicar de cómo es que llegue donde llegue en mi manera de pensar y ver las cosas para hacer el cine que hago. Antes de empezar el siglo ya se habían publicado importantes manifiestos, y de ahí que desde el siglo de donde nací es que se hacían muchos manifiestos, miles de manifiestos: cada partido hacia el suyo, cada gremio de artistas y cada unión de artistas y también cada colectivo que deseaba empezar hacer un nuevo arte diferente al anterior, antes de salir a hacer vida pública como artista era imprescindible sacar uno, siempre había que estar un paso más adelante que el resto de todos. Había dadaísmo, ultraísmo, nadaísmo, yoismo, y cada cierto tiempo nuevo arte, movimiento de nuevo cine, movimiento de nuevo video. El siglo de las “vanguardias”. Curiosa palabra que viene los libros de estrategia militar. Curiosa manera de verse los artistas, de estar en la primera línea de combate. Un siglo de las guerras, de las grandes guerras, donde se mataron más gente que en toda la historia de la humanidad; y la presencia de la guerra no solo se expresa en el uso de la fuerza que habitaba a todo, sino que todos empezaron a utilizar, las costumbres y sus palabras provenientes de la guerra; era importante encontrar a un enemigo al que enfrentarse y al que tener que derrotar, debían encontrar un enemigo que les dé sentido a sus días, había que liberar territorios, matar para liberar. Así sin darnos cuenta los artistas empezaron a usar palabras que vienen de la guerra, había que estar a la “vanguardia”, en la “primera línea”, había que salir de la “retaguardia”, como los soldados que comparten cama, nosotros nos llamábamos “camaradas”, aunque está en duda, algunos piensan que compañero viene de compartir el pan, también se cree que son personas que pertenecen a la misma compañía militar. Teníamos que estar en las “trincheras”, había que “abastecer” al público; cuentan que en las trincheras inglesas en la primera guerra mundial el parte militar se ponía en una pizarra donde se anunciaba el número de bajas (killed) y cuando era un buen día la pizarra lucía en cero, 0K, de ahí se quedó el okey en todo el siglo como algo bueno. No había espacio a la duda, a la oscuridad, sino todo lo contrario, cada quien debía ser como un faro, iluminar, una idea se representaba como un foco encendido, dar el ejemplo, ser capaz de dar conciencia. El artista estaba sobre todo para catequizar, concientizar. Ahora está hasta mal visto el hombre que explica, pero entonces si no tenías un relato, socialmente la tenías más difícil. 

 El arte no podía ser un fin en si mismo, ni su creación, ni su disfrute, se discutía sobre su frivolidad y se condenaba casi por unanimidad “el arte por el arte”; el arte se lo concebía como un alicate, como un martillo, como un electrodoméstico; es decir, como una herramienta, por eso que hasta ahora es muy común leer en críticas de cine las cosas que sí le funcionan o las cosas que no le funcionan en la cinta, el desempeño por encima de todo. La crítica más bien como un review de un nuevo producto lanzado al mercado. El arte más que una herramienta, era concebido como un arma, un objeto que tiene que hacer daño antes que sanar; neutralizar al enemigo, en el mejor de los casos, subirle la moral al combatiente, había que luchar para cambiar la cosas que andaban muy mal. Eran tiempos de combatientes ( radio “la habana” tenía un programa en onda corta para todo América Latina, donde oímos las primeras canciones de la trova cubana que se llamaba, “la canción: un arma de la revolución”) Lo terrible era que el artista, el filósofo y todos deberíamos entregarle la conducción de la sociedad no al más idóneo, sino al militar, al comandante, al subcomandante, al que mejor capacidad tiene de apuntar y disparar los fusiles. Los gobernantes se ufanaban de vestir y de hacerse sacar fotos con su uniforme militar, y hasta se puso de moda una y otra vez andar en las fiestas con ropa de soldado de todas las guerras, de los lugares más extraños. Y muchas veces era el militar, el político quien conducía los caminos del artistas y de su arte, en los manifiestos y el los congresos de las organizaciones políticas siempre al final había un par de párrafos con instrucciones de cómo estaban las cosas y que debían hacer los artistas en ese estado de cosas. Y el problema es que los políticos adoran los lugares comunes y por lo tanto, los espacios culturales manejados por leales a los políticos les daban espacio a las obras plagadas de esos tópicos. No eran días fáciles para tratar de ser artista, pero como por suerte hubieron gigantes que a pesar de semejante despropósito su arte fue mucho más allá, entre tanto iluminado, ellos sólo proponían su sombra y sus dudas, pero como en todo, esas solo fueron excepciones. 

 Tan natural eran las cosas que hasta estaba bien visto que el jefe mande a fusilar a sus enemigos. Y como para un hombre común, no es fácil representar ese hecho, el enemigo tenía que ser muy malo, cruel, insensible, así fue como es que no llenamos de rufianes, nazis, científicos locos, cerdos capitalistas, ministros corruptos, marcianos invasores, terroristas, fundamentalistas y a todos ellos había que cortarles la cabeza, como hacía la reina de corazones en el país de las maravillas. Y cuando alguna voz ponía en duda esa política de descabezar al enemigo y al traidor, te cantaban, “por amor estamos matando”, o “hasta la iglesia jesucristiana ante la injusticia empuño las armas” “ o “ a cabalgar, hasta enterrarlos en el mar” “no ves a Camilo el cura guerrillero”. 

 Y había faros sobre cómo debe el artista ser en tiempos de guerra, como Bertolt Brecht. Pero creo que hubo una lectura muy sesgada sobre su manera de hacer arte, propiciada por los políticos y de alguna manera también por los comedidos que ahora se les llama divulgadores, porque el distanciamiento, no significaba en ningún momento devaluar el drama, o detener la dinámica del relato; lo mas importante para él de su teatro era el teatro, y no el efecto político que de él se deriva. En sus propias palabras: “Se buscaba una manera de interpretar que volviera llamativo lo corriente, asombros lo acostumbrado” Y de alguna manera creo que el artista busca compartir el asombro. Y eso de tomar conciencia se refería más bien al punto de vista y el lugar donde se pone el espectador más que la obligatoriedad de explicar la lucha de clases. 

 Lo más terrible era que algunos desprendía de esa lectura de que los personajes de un drama, no deberían ser gente con nombre y apellido con una historia, o arquetipos de la propia cultura, sino más bien apenas esbozos de personas, representantes, a una clase social, deberían ser reducidos casi a lugares comunes en aras de que el espectador, no se identifique con el personaje, sino que pueda entender el lugar social que le toca entre los medios de producción. 

 Las obras para ilustrar Das Kapital, cuando el autor no estaba acompañado de las musas que eran las más de las veces, tenían resultados que solían ser espantoso; pero que siempre encontraban sus aplaudidores y gente que se ocupaba solícitamente a incluir la obra en los indispensables del nuevo tiempo. Era más importante la militancia del autor, como un pasaporte, antes que la calidad de la obra. Y así algunos poetas, cantautores, cineastas pasaron al olvido solo porque no comulgaban con la ideología del los radicales, críticos y gestores culturales. Y lo que es peor aún, muchos otros artistas, estuvieron y están en todas las antologías y reseñas solo por su buen desempeño como militantes y simpatizantes de los políticos. 

 Pero por otro lado alguna voces más lúcidas como Glauber Rocha, no se cuadraron con el discurso y confesaba que él no sabía bien donde había que ir, que cine hacer, pero si tenía claro lo que no que quería hacer. 

 Así era más fácil el camino, no queríamos un cine cuya principal función sea la del simple espectáculo, el show, porque deseábamos un arte con mayor densidad propia, que el espectador disfrute la historia, cada escena, que pare de sufrir, que se acabe la protesta para que empiece la construcción. A eso algunos críticos pensaban que eso haría que el espectador se aliene y por consiguiente se convierta en un agente de mantener las cosas en el estatus quo.

No era la imagen de un artista que daba lo mejor de si, del universo que tenía, sino la de un combatiente, la de un guerrillero, un obrero de la cultura, y que estaba al servicio de quienes mejor llevaban la revolución y el progreso, hacia una sociedad mejor y más justa. Y como tales de alguna manera estábamos condenados a vivir en la miseria del socialismo en pleno estado capitalista, porque en cada actividad nuestro trabajo lo dábamos de manera solidaria, todos los artistas, hacíamos canciones, cortos, dibujos, escenografías, obras de teatro, dibujos; pero el resto de la cadena no era solidaria como nosotros, y el vidriero, las imprentas, los dueños de los equipos, y los programadores y políticos cobrarán.

El mundo pensaba que lo que nos faltaba como país era desarrollo y que con algunas políticas públicas sería fácil salir del subdesarrollo, eso significó que todo el dinero que se podría gastar era para desarrollar, entonces los artistas eran contratados para hacer canciones educativas, los pintores para hacer cartillas, lo cineastas para hacer documentales sobre como salir de la pobreza y no morir en el intento. Más allá de que pasaron los años y seguimos donde estamos, lo más grave es que casi dos generaciones de poetas, y artistas ante su precariedad económica terminaron trabajando en ONGs y en organismos internacionales, su prosa al servicio de grandes informes destinados sobre todo a conseguir más financiamiento de funcionamiento para la ONG. 

 Y lo más terrible es que se hablaba de que había dos maneras de entender el mundo, una de manera idealista, reaccionara, alienante; y la otra científica, progresista y concientizada. No podía haber nada oscuro en tu razonamiento, la creación debía hacerse en una caja transparente, visible a tu propia conciencia, la inspiración era un ardid de la burguesía que ocultaba oscuras intenciones o un lastre del idealismo y del espíritu romántico que había que desterrar dentro de uno. Como artista estabas obligado a racionalizar tus sentimientos, tus miedos, tus miserias y tus instintos o de lo contrario pasar a ser un hombre detestable. 

 Era un trampa donde se tenía que creer en algo con el dogma de fe, de que era científica tu creencia, es decir comprobable y verificable; en oposición a los otros dogmas de fe que sólo se sustentaban en idealismos. A la distancia se ve que era una guerra santa, una religión civil a la que tenías que creer a pesar de las evidencias. Lo peor era que el mundo está dividido en dos, de este lado los buenos y del otro los malos. y los de allá pensaban igual, cada uno estaba en el lado correcto de la historia, y ese era el problemas habíamos muchos que no nos sentíamos en ninguno de los lados, tanta estupidez no podía ser correcta; y ahí nos quedamos; haciendo las cosas al margen, haciendo las cosas que nos son correctas, que no están mal, pero que no sirven, que solo entretienen. 

 Y uno sabe que parece fácil, pero el solo hecho de hacer las cosas que no aburran y sean bien recibidas requiere detrás toda un ingeniería, una sabiduría, un arte, un edificio que debe estar construido y además que no queremos que se vean ni sus cimientos, ni sus vigas, ni nada de su estructura, para no perder el encanto y que el espectador no se adelante a lo que va a suceder. 

 Nos condenaban por no saber a donde queríamos llegar, a pesar de que les mostrabamos la máxima de John Cage: “El arte es un puente de ningún lado a ningún lado".

Estábamos aprendiendo y entre los libros que me cayó en mis manos estaba ”el chiste y su relación con el subconsciente” de Freud, ahí las cosas no eran tan en blanco y negro, el ser humano requiere que le den atajos al coco, lo lúdico es algo tan necesario como el agua. Hay dentro de nosotros un océano ingobernable, que de nos ser por nuestra represión haría lo que le dé la gana. ¿Que se hace con eso cuando tenemos la responsabilidad de tener territorios que concientizar y liberar? Salió en su ayuda Wilhelm Reich y trató de juntar el materialismo dialéctico con el psicoanálisis, y fue enarbolado por muchos combatientes, hasta que el compañero se pasó de rosca con el orgasmo y terminó preso; más recatados y racionales fueron Erich Fromm, Marcuse y Lacan. Pero la herida estaba abierta; después llegó a mis manos Carl Jung y abrió a que todos tenemos una sombra, un lado del que no estamos orgullosos, no somos buenos del todo, no estamos del lado bueno al cien por cien. Y además hay un vasto subconsciente colectivo y están los mitos que hacen que esos mitos se transmiten y sigan vivos, de ahí le siguieron Otto Rank y después Joseph Campbell quien fue un faro a miles de guionistas y cineastas. 

 Uno de los aspectos más patéticos de las obras en ese mundo en lucha es que el humor estuvo confinado a la intimidación, a burda parodia y lo que es peor, en general los críticos y las autoridades más preocupados en la corrección, lo desterraron de sus propias vidas, y para colmo los paceños somos tan proclives a la solemnidad que el coctel resultó veneno para el humor. El humor fue muy mal visto en las artes plásticas, en el teatro y también en el cine. A los que lo hacían los bajaron de categoría y los pusieron junto a los bailarines, artesanos y bufones. 

 El resultado se devaluó la comedia. Y no no es que no se hacían comedias, pero el humor creo yo no es hacer chistes, la comedia no es una colección de gags. El humor es una manera de mirar la realidad, es llevar la realidad hasta las ultimas consecuencias, con plena libertad. El humor es libertad. Es una manera radical de ponerse en los zapatos del otro, de empatizar ; y es una manera de verse a si mismo, de reírse de uno mismo. Sino es bulling. Milan Kundera: “Tenía veinte años. Para identificar a alguien que no fuera estalinista, al que no hubiera que tener miedo, bastaba con fijarse en su sonrisa. El sentido del humor era una señal de identificación muy fiable. Desde aquella época, me aterroriza la idea de que el mundo está perdiendo el sentido del humor”. 

 El mundo iba para adelante, nos decían que estábamos en un la culminación de un largo proceso civilizatorio que culminaría con con una mejor sociedad en la que vivirían hombres nuevos, más solidarios y justos. La palabra clave era el progreso, desde 1931, hasta 1991 funcionó en la Unión Soviética la editorial “progreso” que traducía a casi todos los idiomas obras de los autores que señalaban ese camino para llegar al futuro. Entonces en la vida uno solo tenía dos caminos elegir el camino progresista, o ser reaccionario. Todo lo nuevo era mejor, todos los artistas estaban obligados a revolucionar, avanzar progresar. 

 Pero justamente ahí es que se instaló una de las mayores grietas, una duda que hizo caer todos esa idea de ser progresista: en arte hay picos insuperables, genios inclasificables, hombres avanzados a su época y algunos que trabajan como si vivieran en el pasado. ¿cómo explicar que había jóvenes que hacían arte viejo y viceversa? Cuando esa duda razonable llego hasta donde los políticos la discusión se la critico y a veces se la censuró. El resultado es que a nombre del progreso se decretó que se haga un arte para la ocasión, cuyo resultado fueron obras y películas que no atrajeron a nadie y por miedo a errar, por su falta de humor y por su solemnidad sólo eran manuales de moralidad más que obras de arte. 

 Toda esa carrera del progreso, culminó con un norteamericano en la Luna, más allá de ser o no cierto ya los jóvenes nos preguntábamos pera para que cuernos queremos seguir progresando, la guerra no es progreso, todos los caminos del futuro están cerrado, no vamos a la utopía sino a la distocia. Antes el peligro venía de afuera, lo traían los marcianos, desde que llegamos a la luna, el miedo estaba dentro de nosotros. Nosotros éramos los únicos culpables de nuestras propias pesadillas. Como en el final de la primera “El planeta de los Simios” de 1969. Los progres habíamos perdido la brújula. El arte había ganado la batalla.

* (Marcos Loayza es un cineasta que hace 25 años estreno la película CUESTIÓN DE FE)

domingo, mayo 16

Mircea Eliade

 



"Los creadores auténticos no aceptan instalarse en los escombros"


sobre géneros cinematográficos  y manuales de guion

miércoles, febrero 10

La libertad

 





326.-    La libertad y soltura en la escritura hace que uno pueda desarrollar el don de toparse a cada rato con importantes “Serendipias”.





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sábado, febrero 6

Originilidad

 



325.- La clave para conseguir la originalidad de escribir como una experiencia propia y placentera y no como una mimesis a los escritores.





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jueves, febrero 4

A priori







 
Creo es mejor nunca empezar la escritura "A priori", no cin una tesis ferrea, porque si es eso, es más fácil encontrar valiosas soluciones o nuevos rumbos a lo largo del camino.



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domingo, enero 10

BB bertolt brecht:

" El Alma del drama es la trama"



contrariamente a lo que se dijo despues, BB apoyaba el arte de entrenamiento y coincidía con Aristóteles

jueves, diciembre 31

Marcel Proust

 


Una obra que contiene teorías es como un objeto en que se ha dejado la etiqueta del precio

lunes, diciembre 21

los símbolos Nestor Garcia Canclini

  


Los símbolos nunca viajan solos, llevan consigo las claves de su traducción

Garcia Canclini

domingo, noviembre 15

Viki King (How to write a movie in 21 days)



Tu personaje es tu historia. Los acontecimientos que tendrán lugar en tu guion son el resultado de quién es tu personaje. Tu personaje inventa su propia realidad, por lo tanto todos las circunstancias que le acontezcan son circunstancias que él atrajo hacia sí mismo como resultado de la manera que él o ella ve el mundo.

lunes, noviembre 9

trampa mortal

 



"Como teoría, toda decisión estética, de antemano puede suponer una trampa mortal" 

jueves, noviembre 5

Horacio Quiroga

 De acuerdo con este canon, he notado que el comienzo exabrupto, como si ya el lector conociera parte de la historia que le vamos a narrar, proporciona al cuento insólito vigor.


jueves, octubre 8

Dany Campos

 Primero escribe, 

Después piensa.

Es la ruta natural


Dany Campos