Salinger
"Escribe con el pulso y el corazón,
corrige con la cabeza"
Escribe el guionista Mike Rich en su libre retrato de Salinger en "buscando a Forrester" de Gus Van Sant
reflexionando sobre el cine y sus formas de narrar
Salinger
"Escribe con el pulso y el corazón,
corrige con la cabeza"
Escribe el guionista Mike Rich en su libre retrato de Salinger en "buscando a Forrester" de Gus Van Sant
consejo del poeta:
"Aquel que mira desde afuera a través de una ventana abierta, nunca ve tantas cosas como el que mira una ventana cerrada"
Holas Q'lo
https://podcasters.spotify.com/pod/show/horas-qlo/episodes/HORAS-QLO2-presentando-a-los-orculos-e2kksn0/a-abbdcje
Lo dijo Alfred Jarry citado en un libro de Julio Cortázar, que esta en un articulo de EL PAIS, por Mario Benedetti
"El guionista junto a sus sensibilidad estética, debe tener convicciones éticas firmes y ser consecuente con ellas, cueste lo que cueste"
Oscar Soria Gamarra, su aporte al cine y la literatura, Álvado Díez Astete
El arte del cuento es de lo no dicho, de lo omitido, el agujero de Donut
Cristina Cerraada
Escritora nacida en madrid en 1970.
"Cuando escribo una obra busco lo que hay entre la vida y yo, lo que hay entre los personajes y yo"
José Luis Alonso Santos
El teatro puede ser referencia sobre la existencia, grito frente al muro o jardin del espíritu, y cuando es jardin del espíritu se va a la comedia, la comedia tiene algo de medicina del alma
Jose luis Alonso de Santos
el momento de escribir un guión no trates de hacer piezas de un engranaje de relojería, intenta hacer una alfombra mágica
articulo publicado en A Ssala Llena
Mi espejo, más profundo que el orbe
donde todos los cisnes se ahogaron.
Vicente Huidobro
Estoy de acuerdo con los que escriben que estamos viviendo en la era del vacío, caracterizada por un individualismo narcisista; donde, de alguna manera, las redes sociales constituyen el agua en la que se refleja y se miran los Narcisos contemporáneos. Aguas que incitan a que se comparta por las redes todo de una manera exhibicionista; que se compartan los viajes que hacemos, la música que escuchamos, lo que leemos, lo que comemos, lo que sentimos y aparentemente cuán felices somos y, sobre todo, cómo luce nuestro cuerpo y nuestra belleza. Pero como esa práctica conlleva —al igual que en el mito— el peligro de quedar inmovilizados al contemplar el propio reflejo o caer en esas aguas y ahogarnos, para poder ejercer ese juego exhibicionista, sin peligro, es necesario que se refuerce mucho la aceptación social y, sobre todo, que cada individuo sienta el placer de estar y de pertenecer a un grupo con una posición de superioridad estética, física, moral o de conocimiento.
Para lo estético y físico se han creado un montón de trucos, filtros, aplicaciones, donde casi se ha desterrado la exclusión y la fealdad.
Para la superioridad moral es que se usa el mismo mecanismo que sostenía las acciones de los soldados fanáticos en las guerras santas, el mismo que sustentó el dogma de militantes políticos del siglo XX; que consiste en poner a los compañeros por encima del enemigo para justificar sus acciones: “si nosotros matamos, es para liberar, por amor estamos matando; en cambio, si ustedes lo hacen, es porque son viles asesinos”. Pero como está el mundo ahora, cuando se han caído muchos muros reales y virtuales, ya no es posible, como antes, estar enteramente y certeramente en el bando correcto de la historia, sino que solo es posible estar en pequeñas parcelas “progresistas” y dejar pasar las barbaridades de nuestros aliados: apoyar la lucha contra el calentamiento global, la lucha contra el racismo, contra la discriminación de las minorías con sexualidades no binarias, apoyar la inclusión de gente con capacidades diferentes, el consumo de alimentos naturales, vegetarianos y mejor veganos o criticar a los ultra derechistas y a los ultra izquierdistas.
Pero, para que uno pueda ejercer ese juego casi exhibicionista sin correr el peligro de quedar atrapado en el propio reflejo, o caer al agua y ahogarse, es que los hechos a los que uno condena o se adhiere tienen que estar lejos del narcisista, para que no le salpiquen (salvo, claro, que sean actos que le permita mostrarse como héroe, limpiando la ciudad, asistiendo a actos de caridad, portando una polera de un revolucionario o un pañuelo con los colores de la causa justa en el cuello, firmando una petición o compartiendo un meme justiciero). Así, a una prudente distancia, es mas fácil la actividad preferida del narcisista: juzgar y descalificar.
En la producción audiovisual de la gran industria (blockbuster), el trabajo consiste en tratar de interpretar lo que secretamente el publico está buscando. Podemos encontrar tres tipos de películas que ayudan a esta tarea y que tienen respaldo de taquilla, critica y premios. Las de superhéroes, las que juzgan y son revisionistas y las que imitan la empatía.
Los súper héroes (Wolverine, Batman, Spiderman, Iron Man, X Men, Hulk, DeadPool, Mujer Maravilla, Capitán América, Thor, Pantera Negra, entre otros, que al final, más que un universo, son como las figuritas que coleccionan los niños) luchan contra enemigos probadamente viles, ya no están de un lado de la guerra fría, representan al mal globalizado. Ahora defienden el orden del universo. Luchan por causas políticamente correctas. Ahora tal vez no importe tanto las peripecias del combate, sino, más bien, conocer los detalles de la vida del héroe y del villano. Precisamente el mito habla de un Narciso adolescente y según uno de sus destacados guionistas, Mark Waid: “los superhéroes se crearon como una fantasía de poder adolescente… con amenazas híper dramáticas, sin sutilezas”. Para entender la fascinación que ejerce este tipo de films en la era del vacío, cabría apuntar algunas cuestiones sobre este género; una es: ¿por qué hacen lo que hacen? En una de las películas, uno de ellos contesta: “porque es obligatorio”, y ahí cabe la siguiente cuestión: todos estos personajes no se debaten entre el bien y el mal, aunque lo aparenten; persiguen la justicia, no el bien, son justicieros, son la liga de la justicia, porque si se debatieran entre el bien y el mal, posiblemente, como sucedió con los personajes del cine negro, caerían en la cuenta de que lo que está mal es la justicia y entrarían en la duda o la tentación de cambiarla y terminarían convirtiéndose en subversores. Pero ese camino es impensable porque “Ellos” hacen que se cumpla la ley, pero, además, no son la ley, y, paradójicamente, ni uno solo forma parte de fuerzas oficiales o estatales, son casi paramilitares. A esto se suma el sentimiento tan propiamente narcisista de sentirse único y especial; se mueven en atmósferas grandilocuentes, llenas de maravillas y espectacularidad.
En general, las películas de época no se hacen como reconstrucciones, ni lecciones de historia, sino que los autores y sus sociedades las hacen para poder entender su propio presente o para exorcizar sus fantasmas. Tal vez, los ejemplos emblemáticos sean las obras bélicas sobre la guerra de Korea, que en realidad hablaban del conflicto de Vietnam; las películas históricas hablan mas del tiempo en que fueron hechas que del tiempo que retratan. Pero, como corresponde al comportamiento típico narcisista de juzgar a los otros para no tener que preocuparse de mirar la viga en el propio ojo, ahora se filman trabajos que cuentan historias para mostrar cuán malo era su racismo, machismo, homofobia, explotación, acoso en el pasado. Es decir, se garantiza una buena causa políticamente correcta que pueda hasta ganar el Óscar, pero no se toca ni mella el actual estado de cosas, sino se juzga el pasado (Green Book, The United States vs. Billie Holliday, Uncle Frank); y, con la crítica, el espectador narciso se pone por encima de los personajes o estos le despiertan compasión. Pero, aún hay algunos que son más fundamentalistas, y no contentos con el juicio, piden la condena, la punición; y, como ya no se puede revivir al condenado para volver a matarlo, van y pintarrajean sus estatuas (como, por ejemplo, las de Cristóbal Colón o la de Santa Isabel) o deciden cancelar o censurar (como a Pepe Le Pew o Speedy Gonzales), como lucidamente dijo Jonathan Rauch “La cancelación busca castigar en lugar de corregir”.
Los Narcisistas se caracterizan por su escasa o casi nula empatía, pero para poder sobrevivir simulan que la tienen, que es el principio de la manipulación. Entonces, por ejemplo, como prueba de que no tienen aversión a los homosexuales suelen decir: “uno de mis mejores amigos es gay”; o, para decir que no son racistas: “yo tuve una pareja que era afrodescendiente”. Es decir, te cuentan un hecho que los exime de cualquier culpa; el cine de industria nos ofrece ese mismo mecanismo. Nos dan la posibilidad de entrar y conocer la intimidad de los grandes villanos. Los villanos dejan de ser solo antagonistas y toda la película gira exclusivamente alrededor de ellos (Hannibal, Cruella, Joker, Harley Quinn, Maléfica). En esas historias accedemos a sus hogares, sentimientos y traumas, al origen de sus males y desequilibrios, conocemos su lado mas humano, los caminos por los que se apartaron de la justicia, y vemos cómo ellos, al igual que nosotros y como todos, piensan y dicen estar en el lado correcto de la justicia. Según Oswaldo Osorio: “El resultado son historias y personaje esquemáticos y ambiguos, aunque suene contradictorio” . Detrás de toda una parafernalia de cine y espectáculo, que siempre se agradece, se cumple con el fin de darle tranquilidad al Narciso. Porque él, en el fondo de su ser, sabe que no puede competir con personas que tienen empatía, que son la mayoría de las personas, en cambio sí sale victorioso con personajes que son muy especiales y particulares, que tienen perturbaciones más severas que las propias.
Estos son solo son apuntes transitorios para poder hilar y tratar de comprender estos tiempos cargados de acciones tan similares a esas otras, las más condenables del siglo pasado.
© Marcos Loayza, 2021 | @marcosloayza
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"Los creadores auténticos no aceptan instalarse en los escombros"
sobre géneros cinematográficos y manuales de guion
326.- La libertad y soltura en la escritura hace que uno pueda desarrollar el don de toparse a cada rato con importantes “Serendipias”.
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325.- La clave para conseguir la originalidad de escribir como una experiencia propia y placentera y no como una mimesis a los escritores.
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" El Alma del drama es la trama"
contrariamente a lo que se dijo despues, BB apoyaba el arte de entrenamiento y coincidía con Aristóteles
Tu personaje es tu historia. Los acontecimientos que tendrán lugar en tu guion son el resultado de quién es tu personaje. Tu personaje inventa su propia realidad, por lo tanto todos las circunstancias que le acontezcan son circunstancias que él atrajo hacia sí mismo como resultado de la manera que él o ella ve el mundo.
De acuerdo con este canon, he notado que el comienzo exabrupto, como si ya el lector conociera parte de la historia que le vamos a narrar, proporciona al cuento insólito vigor.