jueves, marzo 5

Lo quisieron hacer tan bueno al personaje, que les salió mal



sobre una película de los Óscares que pudo ser cualquiera

Los días cercanos a la premiación de la academia de los Oscares, mucha gente se me acerca con una lista de dudas: (no sucede lo mismo para los Goyas de España, ni los Arieles de Méjico, ni los Césares de Francia y menos para los cóndores de plata de Bolivia) ¿tu debes saber cual es la mejor de las películas? , ¿crees que le den el premio a la mejor actuación secundaria a will Smith este año? ; después de un minuto de charlar hay un mutuo desencanto, porque la mayor de las veces tengo una muy mala opinión de su cinta favorita. Y para salir de la incomodidad retrucan con nuevas preguntas ¿pero si la crítica habla muy bien de la peli? ¿pero si le han dado tal premio en Madagascar?

Sucedió también este año con “7 almas” (“7 pounds”) de un director italiano Gabriele Muccino que dicen que su segunda peli “El último beso” (“L‘ultimo Bacio”) está muy buena y que en su anterior (The Pursuit of Happyness) cumple con su propósito de hacernos llorar al mostrarnos a Will Smith triunfar junto a su hijo después de sufrir por más de cien minutos.
La nominada en cuestión nos presenta a un héroe bueno, que tiene mas cariño con sus semejantes que la mama de la Domy en la novela “La niña de sus ojos”, pero tan bueno que sabe de todo: el funcionamiento de las finanzas del gobierno norteamericano, arreglar una imprenta Heidelberg en una noche, medicina cardiovascular avanzada, y cantar los hits del R&B del setenta. Tan bueno que sólo miente para hacer el bien.
Es encomiable el afán de los guionistas de querer encontrar matices a un personaje que sólo tiene una cara bondadosa y la otra políticamente correcta, cuyo único error fue mirar el celular mientras conducía su auto; y como siempre sucede, el que se siente tratado como un estúpido es el público.

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