viernes, octubre 16

LA NECESIDAD DE LOS PISTOLEROS:



Enemigos públicos, (Michael Mann) 2009 está ambientada en los años en que naciera prácticamente el cine negro; en una época similar a la nuestra, que estaba sumergida o tratando de salir de una profunda crisis económica, de la cual seguramente se moverán algunas fichas del tablero del poder y se impondrán algunas nuevas reglas de juego.
Ambientada en una época que se parece a la nuestra porque, igual que entonces, existen ciertos sectores que han salido de la institucionalidad y amenazan fuertemente desbaratar todo el sistema (los pistoleros del 30, y los carteles de la droga de ahora, o los grupos armados antiimperialistas) Y entonces como ahora se escucha las voces radicales de “qué hacer” y “qué métodos seguir”, así se justifican unidades tácticas, servicios especiales de espionaje, de tortura, infiltraciones, gente que miente y hace el trabajo sucio, se justifica el linchamiento y las penas de muerte.

Después como nos lo demostraría G. William Domhoff en su clásico “Quien gobierna a los estados Unidos”, todas las familias sobrevivientes pagarán, según como se firme la paz, para poder institucionalizarse. (puede verse como de manera visionaria se retrataría en la película “El Gran Gatsby” Guión de Coppola, novela de Francis Scott Fitzgerald) Y eso seguramente acontecerá también en nuestra sociedad.

La amenaza del bandido, del terrorista, del separatista hace que las voces mas autoritarias y los guerreros sucios tengan apoyo social y material, para después poder perderlo una vez el peligro pase, sucedió con Fujimori en el Perú, y de alguna manera de G.W. Bush; ahora son tiempos de Barack Obama y todos critican las cárceles de Guantánamo, pero nadie las cierra; todos saben que la policía, acá y allá, abusa y hace lo que quiere con sus detenidos, pero nadie se escandaliza.
Son tiempos en que, finalmente caemos en cuenta de que los pistoleros y villanos, habían tenido más o menos la misma composición genética que nosotros, que habían tenido también su corazoncito, una familia, aun cuando rota, familia al fin, que habían tenido sus códigos de ética. Es así Michael Mann, nos cuenta de cómo Johnny Deep se disfraza de Dilinger, conoce a una chica la seduce y le dedica una canción, en medio de unos catorce mil cuatrocientos tiros.

“El dilinger “de John Milius 1973, igual que “La huida” 1972 de Sam Pekimpah, y “Bonny and Clyde” de Penn 1969, hablaban de cómo los antihéroes eran obligados a actuar y de cómo quedaban fuera del sistema, el de ahora nos muestra de cómo sus socios actúan para quedar dentro de sistema.

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